Watchmen, la película
Llegó el día 6 y con él, el estreno de la versión cinematográfica de Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons, novela gráfica en 12 entregas considerada como la obra maestra del género, ganadora de un premio Hugo y único cómic incluido en la lista de Time de las 100 mejores novelas de todos los tiempos. Como admirador que soy, tengo que compartir mi entusiasmo por el evento con vosotros, amantes de los buenos guiones y los grandes recursos del arte secuencial.
La película es un buen trabajo de adaptación del director Zack Snyder, detallista y respetuoso con la obra original. Las casi tres horas de duración no se hacen largas y buena parte de los hitos importantes del cómic aparecen, con las necesarias y comprensibles modificaciones que supone el cambio de medio narrativo. Casi todos los diálogos están tomados directamente del texto, sin apenas modificaciones, de forma que cada frase memorable tiene su aparición en algún momento. El aspecto visual está muy logrado, no tan oscuro como el cómic, pero sí con todos los detalles de ese mundo alternativo que el dibujante Dave Gibbons supo aportar a las descripciones kilométricas y la minuciosidad de Moore. Y una mención especial a los títulos de crédito, una secuencia brillante que desde el comienzo nos sumerge en el pasado de los justicieros de ese mundo alternativo mientras de fondo, Bob Dylan canta The Times They Are A-Changin’.
Pero ¿ha conseguido Snyder su objetivo? La respuesta sería: depende de qué se hubiera propuesto.
Me explico: no es casualidad que la obra de Alan Moore haya pasado por las manos de tantos directores candidatos y tantos otros guionistas para intentar dar con una puesta en escena que pudiera transmitir aunque sólo fuera una pequeña parte de todo lo que el mini-universo de Watchmen contiene. En éste, Alan Moore y Dave Gibbons reinventaron el lenguaje convencional de los cómics añadiendo varias capas de meta-lenguaje, como autorreferencias y metáforas visuales, yuxtaposición de hilos argumentales en la misma viñeta, paralelismo narrativo, juegos de simetría… hasta tal punto que la historia, aunque buena, era sólo un soporte sobre el que desplegar todo este arsenal de recursos que – y esto es lo principal – tenían sentido únicamente en el mismo medio en que fueron creados. Al plantear una conversión del lenguaje escrito y dibujado al lenguaje cinematográfico, todos estos factores se «perderían en la traducción» y serían sustituídos por recursos del lenguaje visual, ya conocidos y nada innovadores.
Traduttore, traditore
Puede que Zack Snyder quisiera reproducir con la mayor fidelidad posible el universo de Watchmen, pues todo indica que decidió intentar el mismo enfoque que ya usó en 300: la transcripción literal del mundo impreso al mundo cinemático. Si es así, tengo que decir que lo ha conseguido. Las escenas han sido rodadas siguiendo exactamente los encuadres y ángulos de las viñetas en las que se basan, utilizando el propio cómic como storyboard y garantizando el aspecto visual más cercano posible al de la novela gráfica. La experiencia de ver cobrar vida a los personajes que uno conoce tan bien, de oir sus nuevas voces recitando su parte del guión y ver en acción los momentos memorables del cómic es muy gratificante, al menos para quien lo conozca. En ese sentido la película se disfruta y no decepciona.
Ahora bien, en el caso de que Snyder quisiera crear su propia visión del mito y hacer una película que fuera para el resto de películas de superhéroes lo que Watchmen fue para el resto de cómics… se ha quedado muy corto. Su fidelidad a la estructura del original es también su mayor lastre y encorseta la narración. Por ejemplo, en su afán por emular al cómic, Snyder decide ofrecer al espectador la información sobre el pasado de los personajes mediante flashbacks que se producen en los mismos momentos que en la novela gráfica. Esto plantea dos problemas: el primero, que la historia tiene demasiados flashbacks y abusar de esta técnica en momentos inesperados no siempre funciona en el cine, donde el ritmo lo es todo. El segundo, que no todos los flashbacks aportan información que haga avanzar la trama, sino que a veces sólo dan datos sobre el pasado de un personaje, lo que en cómic no supone un problema pero en el cine hay que dosificarlos pues detienen el desarrollo de la acción, y una vez más, rompen el ritmo.
Quizá sea debido a la reducción del metraje original, de casi 4 horas, o quizá a que Snyder se ha perdido en los detalles (donde, como todos sabemos, está el Diablo), pero a veces se producen saltos bruscos de la narración, se echan de menos planos introductorios, o de repente se produce un hecho importante o se revela un dato crítico sin preparación previa del espectador, lo que produce cierta confusión. El ritmo sube y baja, y cuando ocurre lo que debería ser el desenlace y clímax de la historia (lo que posiblemente no es el despliegue de efectos especiales azules sino el momento en que alguien exclama «¡lo conseguí!» en el cómic), la forma de contarlo hace que el espectador no sea del todo consciente de esa sensación de «resolución» de los buenos guiones. Ojalá que en la versión extendida se solucionen estos problemas y la historia fluya con menos brusquedad.
Como conclusión, la película es buena. Quizá parezca algo confusa a quien no conozca la historia, pero tiene calidad y momentos impactantes y mantiene el interés hasta el final. La recreación del universo de Watchmen es minuciosa y tiene gran cantidad de detalles que los fans disfrutarán. Y no, no creo que los cambios en el guión sean imperdonables; como ya he explicado, ceñirse al texto no siempre es la mejor decisión. (¿El chiste de Pagliacci? ¿La contraseña del hombre más listo del mundo?).
Quizá en otro artículo me dé por enumerar las frases míticas que se pronuncian, o los pequeños detalles que se han incluído. En éste, voy a poner una autorreferencia del cómic que no he visto comentada antes en ninguna parte, uno más de tantos guiños que Watchmen tiene desperdigados.
Se trata de la máscara de Rorschach, que está formada por «un fluído viscoso entre dos capas de látex sensible al calor y la presión» y que siempre muestra un dibujo cambiante que nunca se repite.
¿Nunca?
Una metáfora visual sobre la inamovilidad de los principios de Rorschach. |
De verdad me parece una muy buena crónica de la película y es más o menos lo que hemos discutido antes ;-)……………lujo por la cercanía.
De hecho, creo que es una muy buena adaptación de la que estoy contento, pero me muero de ganas de ver la versión extendida. Tiene los fallos, como tu dices, de cortes de ritmos pero como son como en el comic pues bienvenidos sean!!!!!
un abrazo
pd – buen apunte la repetición de la máscara de rorschach……….yo nunca llegaré a ese grado de conocimiento!!!